En el siguiente artículo no se centrara en abordar los antecedentes históricos de la Juntas de Acción Comunal, tampoco detallara con exhaustividad los diferentes desarrollos normativos que en ésta materia se han producido en nuestro país. Sin embargo, se deja constancia de la relevancia de abordar los aspectos históricos y normativos (cómo el origen Frente Nacionalista de éstos órganos de la acción comunal), para entender su actualidad y devenir.
Una de las maneras de entender y justificar la existencia de las Juntas de Acción Comunal, es cómo un eslabón más del clientelismo político existente y predominante en nuestro país, no entendiendo éste término como el simple acto de la compra y venta de votos en los comicios electorales, sino cómo una relación permanente que “beneficia” tanto al político, cómo a los dignatarios o dignatarias de las Juntas de Acción Comunal que asumen las veces de guardianes de los “feudos electorales” que con “obras” o casi siempre con promesas éstos políticos han ido consolidando en el territorio.
En éste sentido, la relación entre el “cacique” o “jefe político” con los dignatarios o dignatarias de la Juntas de Acción Comunal no se reduce al período electoral, ésta relación ésta presente cotidianamente, en la conmemoración del aniversario del barrio, en la búsqueda de empleos para familiares de los miembros de la Juntas de Acción Comunal o para habitantes del barrio, en la búsqueda de subsidios de mejoramiento de vivienda, en la gestión de proyectos para el barrio, para que sean incorporados en el presupuesto de las diferentes dependencias de la Administración Municipal, por mencionar algunos casos.
En éste escenario el jefe político quien hace las veces de intermediario entre el Estado y la población resulta beneficiado, debido a que él Estado Colombiano no garantiza el goce efectivo de los derechos a los y las colombianas, por mencionar un ejemplo hipotético, el habitante del barrio que tienen todo el derecho de acceder al régimen subsidiado en salud, pero no ha podido y no sabe como hacerlo, acude donde el dignatario de la JAC, éste a su vez con lista en mano de todos los habitantes que se encuentran en la misma situación, solicita cita con su jefe político para que le “resuelva” el problema y luego en elecciones se realizara el cruce de cuentas, aunque parezca una caricatura en la cotidianidad de los barrios esto tiene algo de validez.
Sin duda alguna éste fenómeno es más complejo, por lo tanto lo que en éste breve artículo se ha mencionado un poco desde el saber y otro tanto desde la experiencia, es necesario profundizarlo, sin embargo, se alcance a sugerir situaciones que se están presentando en la cotidianidad de los barrios que habitamos (o por lo menos en el que vivo), y que están generando la reproducción del estado de cosas en el cual nos encontramos. Una de las posibles alternativas de cambio sería promover la participación activa y real de todos y todas, sin intermediarios mercantiles, esto requeriría informar, formar y concienciar a los habitantes de los barrios sobre la posibilidad que tienen para transformar sus contextos con su propio hacer y saber, por lo menos con grandes dificultades a esto le trato de apostar.